Accesibilidad digital: cómo la diversidad de perspectivas mejora el diseño

El artículo explica cómo la integración de disciplinas y la participación activa de usuarios permiten entender mejor los problemas de accesibilidad y diseñar soluciones más útiles e inclusivas.

INTERACCIÓN HUMANO-COMPUTADOR

Lic. Carlos Astorga

5/11/20253 min read

El enfoque interdisciplinario para el diseño accesible

En el diseño de productos digitales, la accesibilidad suele pensarse como un conjunto de normas técnicas o buenas prácticas que deben aplicarse al final del proceso. Pero la accesibilidad es mucho más que eso: es una perspectiva de diseño que requiere entender cómo interactúan las personas con la tecnología, cuáles son sus contextos reales de uso y qué barreras encuentran en el camino. Para abordar esa complejidad, los equipos necesitan integrar múltiples disciplinas, voces diversas y experiencias situadas. Este artículo analiza por qué la interdisciplina y la interseccionalidad son pilares centrales para crear productos accesibles que funcionen en la vida cotidiana de las personas, no solo en los prototipos.

La accesibilidad dejó de ser una característica opcional para convertirse en un estándar indispensable en cualquier producto digital. Sin embargo, lograr un diseño verdaderamente accesible requiere mucho más que aplicar guías técnicas. Implica comprender cómo las personas interactúan con la tecnología, cuáles son sus limitaciones reales y cómo influyen los contextos de uso en la experiencia. Esa complejidad demanda algo fundamental: equipos de diseño que trabajen desde la interdisciplina y la interseccionalidad.

Comprender la complejidad del diseño accesible

Los problemas de accesibilidad son multidimensionales. Intervienen factores perceptuales, cognitivos, emocionales, tecnológicos y culturales. Abordarlos desde una única disciplina suele derivar en soluciones parciales o en la aparición de barreras no previstas. Cuando múltiples perspectivas conviven —desde el diseño de interacción hasta la ingeniería, la investigación o las ciencias del comportamiento— el análisis del problema se vuelve más preciso, y con ello, las decisiones de diseño más efectivas.

Un enfoque amplio para entender la interacción humano–tecnología

Hoy las personas interactúan con dispositivos de formas cada vez más diversas: tocando pantallas, dictando comandos de voz, alternando entre ventanas, trasladándose, utilizando ayudas técnicas o resolviendo tareas en simultáneo. Esta dinámica compleja exige integrar conocimientos sobre percepción, carga cognitiva, arquitectura de información, accesibilidad técnica, limitaciones del hardware y patrones de comportamiento. Un equipo homogéneo no puede capturar la totalidad de estas dimensiones.

La interdisciplina como motor del proceso de diseño

Reunir perfiles diferentes no solo mejora la comprensión del problema: también transforma el proceso creativo. Una investigadora puede detectar patrones de comportamiento, una diseñadora puede traducirlos en flujos, un especialista en accesibilidad puede prever barreras técnicas, y un ingeniero puede evaluar la viabilidad. Este intercambio reduce sesgos, anticipa fallas, amplía las alternativas de solución y genera productos que responden mejor a las necesidades reales de las personas usuarias.

Espacios interseccionales e interinstitucionales

Además de la diversidad disciplinar, es clave incorporar miradas provenientes de distintos sectores y roles. Sumarse con equipos de negocio, personal operativo, áreas de soporte o instituciones externas (públicas y comunitarias) permite entender el problema desde su complejidad social. Estas conversaciones interseccionales e interinstitucionales revelan factores contextuales —normativas, barreras socioculturales, prácticas organizacionales— que impactan directamente en la accesibilidad, pero que suelen pasar desapercibidos en los equipos técnicos.

Las personas usuarias como agentes activos del diseño

El diseño accesible alcanza otro nivel cuando las personas usuarias dejan de ser un dato y se convierten en participantes activas del proceso. Incluirlas en sesiones de co-creación, discusiones de problemas o evaluaciones tempranas ayuda a identificar obstáculos reales desde el inicio. Esta participación directa evita suposiciones, reduce retrabajos y orienta el diseño hacia soluciones que funcionan en la práctica, no solo en los prototipos.

Diseñar con accesibilidad no es únicamente una cuestión técnica, sino una forma de comprender la diversidad humana y de construir productos capaces de adaptarse a ella. La integración de disciplinas, la participación activa de distintos sectores y la incorporación directa de las personas usuarias permiten ampliar el mapa del problema y desarrollar soluciones más útiles, inclusivas y sostenibles. Cuando los equipos trabajan desde esta mirada amplia, el diseño accesible deja de ser una etapa aislada y se convierte en una práctica continua que mejora tanto la calidad del producto como la experiencia de quienes lo utilizan. Esta es la base sobre la que se construyen tecnologías más humanas, más confiables y más alineadas con las necesidades de un mundo diverso.